En primer lugar, tenemos que aclarar qué es un activo. Técnicamente, cualquier cosa que aporte un beneficio a la empresa es un activo. Así que hay activos tangibles (como edificios o equipos) y activos intangibles (como derechos de autor o reconocimiento de la marca). Por lo tanto, cuando hablamos de gestión de activos, podemos referirnos también a la gestión de activos financieros, por ejemplo.

En cualquier caso, el objetivo de la gestión de activos es extraer el mayor rendimiento posible de cada inversión y hacer que la empresa sea más competitiva.

Naturalmente, lo que nos preocupa es la gestión de los activos tangibles. En este contexto, la gestión de activos físicos abarca todas las fases del ciclo de vida de los activos. Planificar lo que puede ser útil para los objetivos de la empresa, adquirir nuevos activos, monitorizar su rendimiento a lo largo del tiempo y decidir cuándo sustituirlos. La norma internacional que rige la gestión de activos es la ISO 55000:2014.

La gestión de activos coordina el ciclo de vida de los activos. Esto implica evaluar las oportunidades y los riesgos en cada momento para lograr el rendimiento deseado. 

Diferencia entre la gestión de activos y la gestión de mantenimiento de activos

Aunque la gestión de mantenimiento es esencial para una buena gestión de los activos, no debemos confundir ambas cosas. Mientras que la gestión de activos se ocupa de gestionar todo el ciclo de vida de cada equipo, los costes y la depreciación, etc., la gestión de mantenimiento es un proceso continuo para mejorar la disponibilidad, la fiabilidad, la seguridad y el estado de los activos físicos a lo largo de su vida útil.

En las industrias con muchos activos, garantizar su disponibilidad, fiabilidad y rentabilidad es una enorme ventaja competitiva.

En otras palabras, la gestión de mantenimiento se encarga de planificar las tareas de mantenimiento, programarlas y gestionar los recursos (incluidas las piezas, la mano de obra y el presupuesto). Es una de las partes principales de la gestión de activos, pero no la única. Aquí exploramos mejor las diferencias entre la gestión de mantenimiento, la gestión de instalaciones (facility management) y la gestión de activos.

Pero, ¿cuál es el ciclo de vida de los activos?

Como ya hemos dicho antes, la gestión de activos no se limita a mirar el activo “ahora”, sino que contempla todo su ciclo de vida. Se entiende que el ciclo de vida de los activos tiene cuatro fases:

  1. Planificación. El gestor se da cuenta de un obstáculo en uno de los procesos de la empresa y busca el mejor equipo para resolver el problema.
  2. Adquisición. Se calcula el ROI potencial del activo, se evalúa el capital disponible y se toma una decisión final.
  3. Operación & Mantenimiento. El activo empieza a aportar beneficios a la empresa. Con el paso del tiempo, requiere más y más mantenimiento. Esta etapa suele estar representada, muchas veces, por la curva de la bañera.
  4. EliminaciónEl activo ha llegado al final de su vida útil y tiene que ser desmantelado, reciclado o enviado al vertedero.

Muchas empresas tienden a centrarse en la tercera etapa, en la que el activo influye en el rendimiento de la empresa. Sin embargo, ninguna de las fases debe pasarse por alto. Véase el ejemplo del sector de la aviación, donde las aerolíneas tienen que encargar los aviones con años de antelación para cada ruta, garantizar que se mantienen seguros y proporcionar comodidad a los pasajeros.

Pero tan importante, o más, que conocer el ciclo de vida de los activos es tener una estimación de su vida útil. Sólo entonces podrá saber si el activo “aún tiene mucho que dar” o si está en su fase de declive. Este tipo de datos es esencial para decidir si se repara o se sustituye un activo que empieza a dar señales de fallo.

¿Cómo elegir una estrategia de gestión de mantenimiento de los activos?

A lo largo de la vida útil del activo, es importante elegir la estrategia de mantenimiento adecuada para cada activo. Pero, de nuevo, hay que adoptar una visión holística y considerar toda la cartera de activos, no sólo cada uno de ellos por separado. Por lo tanto, el primer paso para elegir una estrategia de mantenimiento es identificar, localizar y evaluar el estado de cada activo.

Esta primera evaluación es esencial para entender primero cuáles son las condiciones adecuadas para el funcionamiento del equipo (por ejemplo, cuántos ciclos puede realizar sin interrupciones). A continuación, te permite clasificarlos según su criticidad, lo que es esencial para definir las prioridades.

A continuación, hay que analizar las posibles causas de la avería. Realizar un análisis de la causa raíz es muy beneficioso en esta parte del proceso. Cada orden de trabajo predictiva o preventiva debe corresponder a una causa específica de avería para garantizar que no se realice ningún trabajo en vano.

💡 Ve aquí cómo elegir una estrategia de mantenimiento de activos.

Por último, no olvides definir los principales indicadores de rendimiento (como MTBF, MTTR, OEE, entre otros). Gracias a estos indicadores, comprenderás si tu estrategia está siendo eficaz y podrás tomar decisiones más informadas. Al fin y al cabo, “la información es poder”.

La tecnología es un gran aliado en todo este proceso. Una plataforma inteligente de mantenimiento, una GMAO o un software de Enterprise Asset Management (EAM) son útiles para gestionar toda la cartera, monitorizar el estado de los activos en tiempo real, planificar el mantenimiento, calcular los KPI y generar informes automáticos.

¿Cuáles son las ventajas de la gestión de activos?

✔️ Mejorar la planificación financiera

Una vez que pasas a analizar todo el ciclo de vida de los activos, puedes predecir mejor cuál es la vida útil de cada equipo y cuándo es el momento adecuado para sustituirlo. Esto hace que planifiques mucho mejor la compra de equipos y el coste de mantenimiento en cada etapa de la vida del activo.

✔️Reducir los costes de tu operación

Elegir la estrategia de mantenimiento adecuada para cada etapa de la vida del activo permite encontrar la opción con mejor coste-beneficio para mantener el nivel de servicio y reducir el riesgo al máximo.

✔️Aumentar la productividad y la disponibilidad

Aumenta la disponibilidad de los equipos y, en consecuencia, su productividad. Además, como la disponibilidad y el rendimiento son dos variables en el cálculo de la OEE, también aumenta su eficacia.

✔️Aumentar la fiabilidad de cada activo

El objetivo de la gestión de activos es garantizar el mejor rendimiento posible a lo largo del tiempo. En otras palabras, se trata de aumentar la fiabilidad de los activos y garantizar que funcionan cuando se necesitan.

✔️Tomar decisiones basadas en hechos

Como ya hemos mencionado, otra ventaja de la gestión de activos es la toma de decisiones basadas en hechos. Si centralizas todos los datos sobre los activos, puedes entender cuál es la mejor estrategia para cada caso y si merece la pena seguir reparando en lugar de sustituir.

✔️Asegurar el cumplimiento de los procesos y las normas

Al monitorizar todos tus activos y asegurarte de que siguen siendo fiables, puedes cumplir todas las normas de tu sector y garantizar el cumplimiento de las normas de calidad y seguridad.

✔️Mejorar la gestión de riesgo y la seguridad

Como hemos visto anteriormente, la creación de una estrategia de gestión de activos implica conocer el estado de cada activo. De este modo, controlas la criticidad de cada activo y evitas que se conviertan en un riesgo para la seguridad.