El rendimiento de cada activo varía a lo largo de su vida, hasta que finalmente llega a la edad de ser reemplazado. Hay varios indicadores que permiten seguir esta evolución, como la densidad de probabilidad de fallo, la tasa de fallos y la probabilidad acumulada de fallo. En este artículo hablaremos de la curva de la tasa de fallos, también conocida como “bathtub curve” o curva de la bañera debido a su forma.

¿Qué es la curva de la bañera?

Esta función representa la probabilidad de que un determinado activo falle a lo largo del tiempo y nos permite distinguir claramente tres fases distintas en el ciclo de vida del activo, como se puede ver en el gráfico. Conocer bien estas tres fases te permite adaptar tu plan de mantenimiento a lo largo de la vida del activo.

Comprender la curva de la bañera nos permite, en primer lugar, determinar la vida útil de un activo, su fiabilidad y mantenerlo bajo control. Pero la principal ventaja es, sin duda, poder planificar mejor cómo y cuándo realizar el mantenimiento.

El objetivo final, como siempre, es prolongar la vida útil del activo y aumentar su disponibilidad sin un mantenimiento innecesario. 

¿Cuáles son las 3 etapas de la curva de la bañera?

Etapa 1: Mortalidad Infantil 

Al principio de la vida del activo, en su “infancia”, la tasa de fallos es alta, pero evoluciona en sentido descendente, con una pendiente negativa. Este es el período conocido como mortalidad infantil.

En esta fase, los fallos se deben a problemas de raíz en el diseño, a la falta de control de calidad, a errores de instalación, a defectos de fabricación, a componentes inadecuados o a funcionamiento insuficiente.

¿Cómo evitar la mortalidad infantil de los activos?

Hay varias estrategias para reducir la mortalidad infantil de los activos y evitar los fallos en la infancia. Aquí dejamos algunas sugerencias:

  • Depuraciónpruebas preliminares con tecnologías automáticas y sensores. El equipo defectuoso se desecha o se repara antes de salir de la fábrica.  
  • Pruebas de aceptación y fiabilidad – reevaluaciones del equipo siempre que haya un cambio de piezas, cambios en el diseño, en las herramientas o procesos, entre otros cambios. 
  • Control de calidadutiliza técnicas de detección temprana de fallos, como el análisis de vibraciones, para detectar problemas.
  • Pruebas aceleradas y pruebas de burn-in – pruebas que consisten en someter al equipo a las mismas o más exigentes condiciones que las normales, para observar su comportamiento en estrés o para medir los resultados obtenidos en un tiempo determinado.  

¿Cuál es el mejor mantenimiento para activos nuevos?

En el caso de estos activos jóvenes, lo mejor es adoptar un mantenimiento correctivo, ya que es la única solución para que el fallo no se repita. Además, puedes todavía activar la garantía y solicitar una reparación del fabricante o de la empresa responsable de la instalación.

Un ascensor nuevo puede fallar 2 o 3 veces al mes. Estos fallos se producen debido a errores de instalación o a problemas en el arranque del ascensor y suelen resolverse con ajustes entre el ascensor, el hueco del ascensor y el foso del ascensor del edificio. Este período dura de 2 (en el mejor de los casos) a 12 meses (en el peor de los casos), dependiendo de la calidad de los materiales y de la mano de obra.

Etapa 2: Vida Útil del activo

A estas alturas, el activo ya es “maduro”. La tasa de fallos se estabiliza porque todos saben ya cómo manejar el equipo y se corrigen los errores de fabricación. Este paso se conoce como vida útil del activo.

Durante la vida útil del activo, los fallos son aleatorios y se producen debido a errores humanos, fallos naturales, uso excesivo o sobrecarga y daños accidentales. La tasa de fallos y el MTBF deberían ser inversamente proporcionales.

¿Cuál es el mejor mantenimiento para los activos maduros?

Durante la vida útil del activo, recomendamos que siga las recomendaciones del fabricante para las revisiones periódicas. La mejor estrategia de mantenimiento para un activo maduro es el mantenimiento preventivo, o, si la operación está preparada para ello, el mantenimiento predictivo, con el fin de predecir cuándo se producirá una inflexión de la curva y se entrará en la fase 3

Volvamos a nuestro ascensor. Ahora sólo falla una vez cada 3 meses, casi siempre por causas aleatorias. Hay daños que se producen debido a un mal uso (por ejemplo, botones rotos en la cabina), sobrecargas de energía, vibraciones excesivas, impactos mecánicos debido a los ciclos de uso, variaciones de temperatura, errores humanos en el mantenimiento o en el funcionamiento. 

Etapa 3: Desgaste y envejecimiento 

A estas alturas, el activo ya es “viejo”.  La tasa de fallos aumenta progresivamente y el gráfico de la curva de la bañera tiene una pendiente positiva. Corresponde a la fase de desgaste o envejecimiento. No todos los activos llegan necesariamente a este fin, porque algunos dejan de utilizarse antes de desgastarse (por ejemplo, los aparatos electrónicos que fueron sustituidos cuando la tecnología quedó obsoleta, a pesar de que todavía están en pleno funcionamiento).

En esta etapa, los fallos se deben al desgaste progresivo de los componentes, a un mantenimiento deficiente o a revisiones incorrectas. Las reparaciones son cada vez más costosas y los riesgos de seguridad son cada vez mayores.

¿Cuál es el mejor mantenimiento para los activos al final de vida?

En esta etapa del ciclo de vida del activo, el mejor mantenimiento es el preventivo, que es el más eficaz para mantener la seguridad del activo y prolongar su vida útil. Lo ideal sería que se adoptaran nuevas medidas de mantenimiento preventivo en cuanto se observara un aumento de la tasa de fallos, para evitar un incremento brusco y mantener la tasa constante de fallos cercana a la que se tenía en la fase 2.

¿Qué acciones de mantenimiento preventivo son apropiadas al final de la vida de los activos?

  • Plan de mantenimiento y de inspección  haz un plan detallado con todas las revisiones y acciones de mantenimiento que deben hacerse a lo largo del año. Da prioridad a los activos que empiezan a mostrar “señales de la edad”.
  • Sustitución preventiva de componentes – no esperes que el equipo falle sin reparación posible. En esta etapa, debes considerar la sustitución preventiva de componentes clave (por ejemplo, baterías y motores), especialmente si los nuevos componentes tienen garantías largas. 
  • Utiliza componentes de calidad – a veces, en los activos más antiguos, hay la tentación de utilizar componentes distintos de los originales, pero “compatibles” con el equipo. Sin embargo, si estás invirtiendo en reparaciones, lo mejor es apostar por componentes duraderos y aprobados por el fabricante.
  • Supresión de agentes nocivos – en la medida de lo posible, intenta mantener el equipo en las condiciones más apropiadas, con la temperatura y el nivel de humedad en el aire recomendados. 

Nuestro ascensor vuelve a tener 2 o 3 fallos por mes. Pero esta vez no se trata de errores de fabricación o instalación, como al principio de la curva de la bañera. El fallo se debe a la corrosión, que causa un deterioro visible de los componentes mecánicos y eléctricos. Ocasionalmente, ocurren debido a fallos de mantenimiento o a un mantenimiento insuficiente. El ascensor ya no está bien nivelado con los pisos y a menudo se detiene entre los pisos. Pronto tendremos que elegir entre sustituir el ascensor, lo que es muy caro, o reemplazar partes esenciales como el variador de frecuencia.

Cabe al mantenimiento evaluar y decidir si es mejor reparar o sustituir el equipo. Si actúas justo al principio de la fase de desgaste, es posible actualizar la mayor parte del equipo para que vuelva a la fase uno. En este “reset“, se notará un aumento de los fallos justo después de la reparación, como en la fase de mortalidad infantil.

Estos fallos se reducirán y, con el tiempo, se estancará de nuevo y entrará en un ritmo predecible. Si el coste de esta modernización es menor que el de un nuevo dispositivo y ofrece garantías… ¡comenzamos de nuevo el ciclo!